El regreso a la oficina. El día después

Durante este período de pandemia, hemos tenido que aprender a teletrabajar de forma eficiente de un día para otro.
Por un lado, nos hemos visto en la obligación de adecuar nuestras casas como centros de trabajo. Hemos tenido que aprender a gestionar la convivencia con intereses contrapuestos con los diferentes miembros de nuestras familias, establecer acuerdos para garantizar la celebración de reuniones en entornos tranquilos, decidir quién usa el ordenador personal y en qué momento, quién abre la puerta al mensajero, quién hace los deberes con los niños, y un sinfín de temas más.
Hemos tenido que pasar a gestionar nuestra vida privada y laboral de forma conjunta en un tiempo récord. De dos mundos totalmente separados y diversos al “todo en uno”.
En una etapa inicial, nos hemos centrado más en el hacer. Dificultando aquellas relaciones que se producían de forma casual en nuestras empresas entorno a la máquina del café, cuando asomábamos nuestra cabeza en un despacho interviniendo en una charla que estaban manteniendo otros compañeros y que ayudaban a interactuar de forma natural y colaborativa a la vez que estimulaban nuestra creatividad.
Poco a poco, las relaciones e interacciones se han visto enriquecidas. Hemos aprendido a hacer un uso óptimo de la tecnología a la vez que hemos generado una mayor consciencia de la situación y de la actitud que teníamos que adoptar para afrontarla y desarrollarnos con éxito.
Todos aquellos esfuerzos que habíamos hecho para la conciliación, se han visto en ocasiones frustrados. Aquella lista de intenciones que escribimos cuando pensamos que seríamos capaces de combinar con facilidad nuestra vida personal y laboral al trabajar en casa, se ha quedado en la lista de pendientes al carecer de horario de trabajo. En ocasiones, nos hemos visto colapsados, desbordados. En otras nos ha podido invadir un sentimiento de incompetencia o de “soledad” (no conexión) que nos ha llevado a reconectar con nuestras responsabilidades y a explorar nuevas formas de hacer para ser eficientes en el nuevo contexto.
Si bien me atrevo a decir que nuestro mayor reto ha sido la comunicación, la tecnología nos ha ayudado a mantenernos conectados. Aplicaciones como Teams, Meets, Zoom, Skype,… además de los teléfonos, el correo electrónico y chats, han facilitado la comunicación, aunque por sí solas no han sido suficientes y en ocasiones se han convertido en un arma de doble filo.
Cuando la mayor parte de nuestros contactos se han mantenido a través de medios digitales y de forma escrita, buscando la inmediatez, el número de malentendidos ha sido mayor. Por el contrario, las video conferencias han aportado nuevos ingredientes a la comunicación. Han contribuido a una mejora en la interrelación en remoto. Nos han acercado a las personas y han ayudado a humanizar las interacciones aportando presencia, expresión corporal y facial y el tono de voz. Además, nos han hecho ver cómo nos mostramos ante los demás, incluyendo nuestra propia imagen en la pantalla.
Construir confianza, es un factor clave generador de conexión, que contribuye a un desempeño eficiente y a elevar la productividad en las organizaciones. También a saber mantener reuniones con sentido y contenido, evitando aquellas reuniones de relleno que lo que conseguían es estresar y quemar a los colaboradores.
Las actitudes, estado de ánimo, la presencia y la confianza, han sido clave en la comunicación eficiente.
Trabajar con empatía y de forma colaborativa, además de con flexibilidad y adaptabilidad han sido claves en nuestro liderazgo. Un liderazgo humanizado.
¡Ahora toca pensar qué necesitamos en nuestro regreso a la oficina para ser eficientes!
Aquellos avances que hemos logrado en la nueva etapa, con la vuelta a la oficina se han de volver a reformular.
¿Cómo aprovechar aquellos aprendizajes que nos han ayudado a ser eficientes en la nueva realidad? ¿Debemos desaprender para volver a aprender?
Recojo algunos aprendizajes y cualidades que se han potenciado con el teletrabajo:
- Trabajar desde la base de la confianza. Mostrar nuestra vulnerabilidad y creer en las capacidades propias y en las de los demás.
- Empatizar. Hemos tenido que humanizar nuestra comunicación
- Comunicación digital y relacional. El papel de la actitud en la interrelación.
- Equilibrio / Conciliación
- Organización y disciplina
- Gestión del tiempo. Qué es importante, qué es urgente y cómo gestionar en cada caso.
- Gestión de las distracciones familiares y digitales
- Capacitación, optimización y buen uso de los medios digitales. Cuáles, cómo y cuándo utilizarlos.
Si aprovechemos las bondades y conocimientos adquiridos en el teletrabajo en nuestro retorno a la oficina y buscamos el equilibrio entre lo virtual y lo presencial, conseguiremos mayores beneficios para la empresa y para nuestras vidas que redundará en mejores resultados.