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El Desafío del cambio – Convierte el cambio en una nueva oportunidad

Hace unos días, paseando por la carretera de les Aigües de Barcelona, en las faldas del Tibidabo, me crucé con 2 personas que estaban corriendo. Al pasar por mi lado, recogí de su conversación la siguiente frase: «Los cambios nunca son para mejor» . Lo cierto es que se me heló la sangre. Sin saber más de su conversación, empecé a hacer reflexiones sobre diferentes contextos y vinieron a mi mente un sinfín de pensamientos.

De pronto me vino una pregunta. Si piensas así, ¿te sientes feliz?

A continuación quise pensar que en el entorno actual, en el que los cambios se suceden sin parar, estas personas estaban viviendo una situación de cambio en la que se veían inmersos sin capacidad de reaccionar.

De ahí, mi primera reflexión fue: El cambio puede venir por decisión propia y también puede venir impuesto por las circunstancias. Generalmente, cuando nosotros somos quienes decidimos, es más fácil pensar de forma optimista y buscar los beneficios del cambio.

Sin embargo, cuando el cambio viene impuesto por las circunstancias, es más difícil abrazarlo y ver su cara positiva. Hoy, cada día más, en el entorno complejo que vivimos, como decía Heráclito, lo más permanente es el cambio.

En este contexto cambiante, se dan situaciones que nos pueden hacer aflorar una diversidad de emociones. Cuando estas son negativas, el desgaste de energía puede ser muy elevado y las ganas de avanzar pueden verse afectadas. Lo más normal es que puedan aflorar bloqueos y un sentimiento de negatividad. En ocasiones la situación nos puede invitar a “tirar la toalla”.

“Algunos cambios parecen negativos en la superficie, pero te darás cuenta de que se está creando un espacio en tu vida para que algo nuevo emerja”

Eckhart Tolle

¿Qué hacer para no abandonar?

Miremos el cambio como una nueva oportunidad. Aprendamos a aceptar las circunstancias y explorar que está en mi para vivirlas de otra manera.

Como dice Victor Frankl en su libro el hombre en busca del sentido:

Si no podemos cambiar la situación, siempre tenemos la libertad última de elegir nuestra actitud frente a la misma y elegir como vivirla.

El cambio está en ti, en tus comportamientos, en tus acciones. Lucha por tus intereses y pon el foco en aquello que deseas conseguir.

¿Qué necesito cambiar yo para seguir adelante?

¿Qué define el valor profesional, la actitud o la aptitud?

Hay diversas definiciones sobre estos dos conceptos. Podemos definir la aptitud como el conocimiento y experiencia que contamos para para llevar a cabo una tarea con habilidad y destreza. Es la capacidad de la persona para realizar de forma adecuada una acción.

La actitud, es el comportamiento que la persona adopta para llevarla a cabo. La predisposición que tiene a la hora de afrontar los retos.

Por ello, si entendemos por actitud la forma de comportarnos con nosotros mismos y con los demás y la aptitud el conocimiento y experiencia con que contamos, la respuesta es que necesitamos un equilibrio.

Si somos los mejores en una disciplina en la que pocas personas destacan, cuando se precise un perfil con estas cualidades técnicas y conocimiento, será muy tenido en cuenta. Sin embargo, para cumplir con éxito nuestro cometido, además de que se nos reconozca la capacidad, deberemos adoptar una actitud positiva y constructiva que nos haga capaces incluso frente a situaciones adversas.

¿Qué ocurre cuando nuestra Aptitud no es la mejor y sin embargo contamos con una buena actitud?

En ocasiones no contamos con todo el conocimiento para resolver un tema y es entonces cuando nuestra actitud nos hace diferenciales.

“El comportamiento siempre es mayor que el conocimiento, porque en la vida hay muchas situaciones donde el conocimiento falla, y el comportamiento puede con todo” (Unknown)

Con una actitud adecuada y con esfuerzo, podrás abordar los retos que se presenten frente a ti. Este perfil profesional se define por sus ganas de aprender, por su motivación, por su deseo de mejora y por el compromiso que adquiere frente a los temas de su responsabilidad.

Buscará el camino que le permita adquirir aquellos conocimientos y la experiencia que precisa para desarrollarse con excelencia. Mostrará su vulnerabilidad y se dejará apoyar por aquellos que saben y será curioso para descubrir que necesita incorporar. Conseguirá desarrollar un trabajo colaborativo.

Desde la vulnerabilidad y con actitud, podemos conseguir avanzar con éxito, de forma individual y también colectiva.

“El comportamiento es el espejo en el que cada uno muestra su imagen” (Johann Wolfgang von Goethe)

¿Qué ocurre en la situación inversa? Contamos con un gran conocimiento y no nos mostramos con una actitud adecuada.

En definitiva, ¿qué ocurre cuando tengo mucho conocimiento y no los comparto? ¿y cuándo me muestro arrogante y por encima de los demás? Son algunas de las preguntas que pueden surgir.

La persona con este perfil profesional, que se apoya en su conocimiento y no se preocupa por desarrollar una actitud adecuada, a priori, se sentirá cómoda en la posición. Si tiene ganas de prosperar, se dará cuenta de que si no añade motivación, colaboración y compromiso cuando trabaje hacia sus objetivos, le será difícil alcanzarlos con excelencia.

Mantener el equilibrio entre actitud y aptitud, cuando formas parte de un equipo de trabajo es clave para obtener los mejores resultados.

Para ser realmente eficientes, además del conocimiento, es básico mantener una buena relación con los demás, empatizar y motivar. También ser capaces de mostrar nuestros sentimientos y comprender los de las personas que nos rodean. No mostrar prejuicios. Por ello el peso de la Actitud en la obtención de resultados es imprescindible. Te empodera, te ayuda a potenciar las relaciones generosas y el trabajo en equipo.

El profesional ideal es la persona que es capaz de mantener un equilibrio. En definitiva, es la persona que cuenta con el conocimiento y la experiencia y está motivado frente a los retos que aborda con un gran compromiso.

¿Cómo sientes tu balanza?

objetivos

¿Qué ocurre cuándo los objetivos son sólo un número?

El compromiso de las personas en el establecimiento de objetivos, marca la diferencia entre obtener resultados y trabajar con productividad y eficiencia.

He observado, en diversas ocasiones, a profesionales de diferentes empresas que cuando hablan de trabajar en pro a un objetivo, lo hacen de forma despectiva hacia quien se los ha marcado y se sienten presionados. Hablan de los resultados como el hecho de alcanzar un “número”, una cifra, sin gran apego a ello.

¿Qué está ocurriendo? En muchas ocasiones coincide que se han trasladado los objetivos marcados sin haber debatido sobre ello. Las personas que van a tener que trabajar en pro de esos objetivos, no han participado en fijarlos y tampoco han contribuido, con su experiencia y su conocimiento del área, de la empresa y del mercado.

La situación viene provocada por poner el foco en el resultado cuantitativo y no en las personas que deben contribuir a la consecución. No sólo con sus aptitudes de experiencia y conocimiento, sino también en las actitudes que muestran cuando están motivados y se sienten considerados.

La experiencia demuestra que cuando nos sentimos parte de los objetivos, tomamos compromiso y nos implicamos para que se conviertan en realidad. Ponemos nuestro esfuerzo, ilusión y motivación para alcanzarlos. Para que haya compromiso ha de haber implicación. Está demostrado que si te sientes parte de un proyecto, de una iniciativa, podrás contribuir de forma eficiente.

Por ello, podemos afirmar que a la hora de marcar los objetivos se ha de tener en cuenta además de las tareas a realizar, las personas que van a participar en la consecución y debemos ser conscientes del peso que representan en la obtención de esos resultados. Es clave para potenciar el trabajo en equipo y trabajar de forma colaborativa, sacar lo mejor de las personas de tu área de influencia. Ello contribuirá, además de en una mejora de resultados, en una mejorar de liderazgo.

Es importante poner el foco en el para qué de lo que deseamos hacer (propósito) y no tanto en el qué deseamos obtener (número que deseamos alcanzar).

Para obtener los resultados esperados, y hacerlo de forma eficiente, es importante:

  • Tener claro el contexto, antecedentes y visión
  • Establecer los objetivos de modo colaborativo, inclusivo y no impositivo. Los objetivos se han de plantear teniendo en cuenta a las personas que deberán trabajar para su consecución y que son las expertas del área en cuestión.
  • Mantener conversaciones abiertas generadoras de valor en las que el foco esté en el “para qué” de los objetivos.
  • Compartir la información que dispongas, para una mejor comprensión de los objetivos propuestos. Si las personas no cuentan con esa información, se sentirán desorientados y no contribuirán a su consecución.
  • Dejarse ayudar.
  • Mostrar Interés por la emocionalidad de las personas. Si alguien no sigue el ritmo o no está ofreciendo el desempeño adecuado, no le abandones. Averigua qué está pasando y que necesita para avanzar. No lo interpretes como una pérdida de tiempo.
  • Escuchar y tener mente abierta frente a las opiniones de los demás. Abrir nuevas perspectivas favorece el crecimiento. Haz que las ideas de tus colaboradores sumen.
  • Asegurarse de que el equipo cuenta con los recursos necesarios.
  • Buscar la alineación del equipo. Evitar el trabajo independiente que genere competitividad entre los integrantes del mismo y duplicidad de tareas y desgaste colectivo.
  • Asegurarse de que se invierte el esfuerzo en aquello que tiene un claro impacto en el resultado global. Abandonar aquellas tareas que su impacto en el resultado global no es relevante.
  • Ofrecer reconocimiento al trabajo bien hecho.
  • Celebrar los éxitos.

Con lo anteriormente expuesto, conseguirás que los resultados de empresa se alcancen e incluso se superen de forma eficiente y comprometida, proyectándote como un líder inspirador.

Cómo cumplir con tus objetivos cuando te sientes desbordado

Al iniciar un nuevo Año, en general, todos lo hacemos con la ilusión por haber proyectado nuevos retos. La realidad demuestra que sólo un porcentaje muy pequeño llegan a cumplirse.

Ponemos tanta ilusión en crear nuestra lista de “intenciones” y deseamos con tanta energía alcanzarlas, que acabamos pasando de la intención a la inacción. Todo por desear ver nuestras acciones ya cumplidas. Nuestra sobre-exigencia, nos lleva a desear que aquello que hemos proyectado para el largo plazo ocurra ya, en un corto plazo.

Querer resolver diferentes actividades al mismo tiempo puede desencadenar en un estado emocional negativo, que nos genera ansiedad, frustración, hace que nos dispersemos y bloqueemos para, finalmente, acabar postergando los temas. Dejar los temas para mañana, nos lleva a la inacción.

En general cuando quieres forzar que las cosas pasen, lo más habitual es que no lo consigas.

De ahí la frase “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” y a la que sumaría la frase de Pablo Picasso «Solo deja para mañana lo que estás dispuesto a morir sin haber hecho».

Antes de embarcarnos en esta aventura, deberemos aceptar que cualquier tarea por simple que sea requiere de nuestra atención y tiempo para resolverla con éxito.

Para ello, lo primero es ser conscientes de que no sólo se trata de cómo gestionar el tiempo sino de cómo debemos gestionar nuestras emociones.

Las emociones negativas nos paralizan. Debemos parar y pensar con tranquilidad sin querer forzar que nos temas ocurran sin más. La presión que ejercemos en nosotros mismos para alcanzar todo aquello que nos proponemos, nos puede despertar un estado de ansiedad que no nos permitirá trabajar de forma efectiva. Aparecerán nuestros miedos y bloqueos; miedo a fracasar, a no hacer las cosas bien…

Cuando nos paralizarnos, acostumbramos a buscar tareas que son más fáciles de abordar y que no necesariamente nos acercarán a nuestros objetivos. Las emociones negativas promueven la procrastinación.

La evitación puede parecer una solución a corto plazo, pero luego nos sentimos peor con nosotros mismos. En un primer momento, retrasar las tareas para el día siguiente puede generar un estado de bienestar pero a medida que pasa el tiempo se convierte en un círculo vicioso que lo que provoca es un estado de ansiedad que no nos permite ser productivos. Sabemos que retrasar los temas no es la elección adecuada.

¿Cómo podemos superar un estado emocional negativo?

Todos experimentamos emociones todos los días. Cuando estas son negativas frustración, tristeza, ansiedad, pueden hacernos sentir mal. Para poder cambiar nuestro estado emocional deberemos mantener un diálogo interno y preguntarnos si las tareas que nos planteamos las “deseamos hacer” o las «tenemos que hacer«. Para ello nos podemos preguntar ¿Qué hace que esta tarea sea importante para mi?

  • Trabajar en la autoestima. Aceptar y comprender que nos podemos equivocar.
  • Hacer una pausa y reflexionar. Una buena práctica es realizar algún ejercicio que te permitan aumentar la autoconsciencia de lo que está pasando. ¿Qué me hace retrasar los temas? ¿Qué me detiene? ¿qué me dispersa? (un pequeño paseo, una respiración profunda, mirar por la ventana y observar que ocurre fuera, …) Parar y pensar es necesario, pero no te quedes ahí. “Lánzate” Cuando conectas con una sensación de tranquilidad es más fácil avanzar.
  • Tomar conciencia de tus emociones Tratar de comprender nuestras emociones y no evitarlas. Comprender que sentimientos hay detrás de cada emoción.
  • Positivizar las emociones para evitar retrasar la acción. Por ejemplo, pasar de la frustración a la ilusión de emprender un primer paso.
  • Aceptar que para resolver cualquier tema, hay otras perspectivas. Como decía Albert Einstein “Si quieres obtener resultados diferentes no hagas siempre lo mismo”

No te aferres a un único modo de hacer las cosas. Confía y muestra desapego sobre la forma en que generalmente haces las cosas y el resultado que esperas obtener. Con ello conseguirás separar tus deseos de la forma en que queremos que sucedan las cosas.

  • Confiar en el proceso, porque “Cuando cambias la manera de ver las cosas, las cosas que miras cambian” (W. Dyer)
  • Y sobre todo…, ¡ten paciencia! Aumentar la autoconciencia lleva tiempo.

¿Cómo pasar a la acción y evitar la inacción?

Divide las tareas en otras más pequeñas. Abre el libro que nunca empezaste y lee el primer capítulo, contacta con las personas que están implicadas en aquel proyecto que todavía no has iniciado,…

En una charla escuché que el presidente de Saatchi and Saatchi planteó que para poder aportar nuestra contribución personal de forma eficiente a un mundo mejor, hemos de proponer cada uno de nosotros una pequeña acción (DOT- Do One Thing). La suma de pequeñas acciones de todos, permiten alcanzar grandes logros. Si llevamos esta práctica al tema personal, si conseguimos incluir una pequeña acción en nuestro dia a dia algo que nos ilusiona, que nos apasiona, conseguiremos ser felices y afrontar los temas con mayor efectividad.

Piensa en aquellas pequeñas acciones que te van a acercar al objetivo que te planteas, sin forzar la resolución global.

Empieza a explorar desde el desapego y confía.

delegar

Delegar: habilidad clave del líder eficiente

La delegación es una de las habilidades más importantes en el desarrollo de nuestro liderazgo creativo. El buen líder no siempre tiene respuestas para todo, pero sabe dónde encontrarlas. Encuentra las respuestas abriendo un espacio de confianza y empoderando a su equipo para tomar responsabilidad y las mejores decisiones en proyectos de su área de influencia sin necesidad de intervenir.

Por un lado, al delegar, aligeras la carga de tareas y por otro potencias el desarrollo de los colaboradores, dotándoles de nuevas habilidades y contribuyendo a ampliar sus conocimientos. Dicho así parece sencillo y sin embargo no es tan evidente.

¿Qué barreras se interponen en la delegación?

  • El Ego – Sentimiento de que tu valía personal pueda ser cuestionada. Tu valía depende de un desempeño excelente. “Si lo hago yo, me aseguro de que salga bien”.  Esta actitud nos llevará a un sentimiento de estrés y ansiedad generado por diversos miedos: miedo a que tu imagen de experto se vea dañada, miedo a fallar, miedo a no sentirte necesario.
  • La Autoridad – Basada en la creencia de que el jefe ha de tener respuesta para todo. Por ello surgen los miedos a la pérdida del control y de perspectiva.
  • La Confianza – Falta de confianza en el equipo. Creer que tu equipo no cuenta con las competencias necesarias para llevar a cabo la tarea.
  • El tiempo – Pensar que costará demasiado tiempo explicarlo y poco en hacerlo.
  • Garantizar el nivel de desempeño – Asociada al miedo a que el trabajo no salga bien.

Si sabemos vencer estas barreras, podremos disfrutar de los Beneficios de la delegación.

Beneficios que nos aporta:

  • Trabajo en equipo y colaboración que llevan a potenciar la co-responsabilidad y nos permiten crecer juntos.
  • Desarrollo profesional de las personas de tu equipo. Capacitarles para su crecimiento en la empresa. Con ello conseguirás que tus colaboradores se sientan considerados, útiles y capaces y en consecuencia, al sentirse reconocidos tendrán…
  • Mayor motivación y mayor compromiso de los colaboradores.
  • Disponer de tiempo para poner el foco en la visión y estrategia de la empresa.
  • Mayor productividad

Para alcanzarlos, es preciso actuar de forma auténtica. Pedir ayuda cuando la precisemos a riesgo de mostrarnos vulnerables. Para ello, deberemos identificar qué persona está capacitada para qué tarea y así llevarla a cabo con éxito.

¿Qué necesitas para delegar de forma adecuada?

  • Autoconfianza – Las personas con autoconfianza saben pedir ayuda a otros. Se muestran vulnerables y humanas. Entienden que querer hacerlo todo, no les va a permite gestionar los temas con efectividad en los tiempos que se precisa. Evitan así sentirse estresadas o superadas.
  • Confiar: Si confías en las personas de tu entorno y les asignas tareas, contribuirás a su motivación y compromiso por haber sido tomado en cuenta y haber confiado en sus capacidades. Es una muestra de respeto y reconocimiento.

Cuando las circunstancias nos superan y vienen los bloqueos

En la vida nos ha tocado vivir momentos que nos han sobrepasado. Situaciones a las que no hemos sabido encontrarles una explicación y que nos han llevado a dar demasiadas vueltas a un mismo tema. Esto nos ha podido generar un estado de ansiedad, de frustración, e incluso ha podido impactar en nuestra autoestima. Nuestra mente se ha visto envuelta en pensamientos recurrentes que han ido aumentando de tono y abrumándonos en sobre manera.

En especial, las personas perfeccionistas, con un alto grado de autoexigencia y amantes del control, así como las personas competitivas, viven especialmente mal las situaciones de incompetencia. No tener solución, ni respuesta a la situación vivida les genera un alto nivel de ansiedad.

Reflexionar sobre los temas en cierta medida puede resultar necesario y positivo. Hacerlo con exageración y permitir que un mismo tema invada tu mente, te puede llevar a una sensación de ansiedad difícil de superar.

La reflexión ayuda a explorar nuevas perspectivas pero no a cambiar las circunstancias.

Cuando piensas demasiado sobre una situación vivida que no has podido resolver conforme a tus deseos, vienen los bloqueos. Dejamos que un pequeño problema se convierta en el gran protagonista de nuestros pensamientos. Se crean en tu mente un montón de escenarios, que a partir de un simple pensamiento te hacen entrar en bucle y te llevan a experimentar un sinfín de emociones negativas.

Ante estas situaciones, hay una clara tendencia a recurrir al pasado “si hubiese hecho …””si hubiese dicho…”  y te olvidas de que lo que fue, fue y de que has de vivir el presente y las circunstancias que se te presentan.

La psicología habla de que la ansiedad de pensar en el futuro te provoca estrés y la frustración de pensar en lo que pudo ser en el pasado, te genera depresión. En definitiva, te sientes atrapado. Todo ello te impide la toma de decisiones.

Cuando te invaden pensamientos negativos, te sentirás agotado, sobrepasado e infeliz. Por ello es clave hacer que tu mente se active con pensamientos positivos. Alimentarla de aquellas circunstancias del día a día que son positivas para ti. Por ejemplo, formar parte de una familia, el proyecto profesional que estás llevando a cabo, tu conexión con la naturaleza…

Para avanzar es muy importante generar consciencia y comprender que el pasado no lo puedes cambiar y empezar a pensar qué oportunidades y nuevas formas de hacer se abren ante ti con la nueva situación.

Existen técnicas para aprender a parar como son la meditación y técnicas de relajación. También te puede ayudar a liberar tu mente de las preocupaciones y pensamientos que te mantienen bloqueado, escribirlos, ya sea en papel o en el ordenador. Mientras escribas, detalla al máximo tus pensamientos y las emociones que te están generando. Verás que es una buena opción para tomar distancia con el estrés que la situación te genera.

Para finalizar, me gusta apuntar que las cosas, en líneas generales, acostumbran a ser mucho más sencillas de lo que imaginamos.

acción

Intención o compromiso. La diferencia radica en la Acción

Intención y Compromiso. Dos palabras que parecen tener significados similares, pero la diferencia entre ellas es abismal.

Cuando hablamos de intenciones hablamos de algo que está en nuestra mente y puede cambiar. Algo que te propones hacer o quieres lograr. Es una esperanza, un deseo.

El compromiso es algo firme, es algo que has de cumplir (una promesa, una obligación) que implica llevar a cabo una acción en un tiempo y forma determinados. Precisa establecer un plan que te permitirá alcanzar tus metas y objetivos.

En la vida, uno puede tener las mejores intenciones y, sin embargo, no alcanzar nunca sus compromisos. Para ello, es imprescindible establecer un plan de acción.

Nuestras ilusiones nos llevan a tener intenciones. Se suceden en nuestra cabeza unas a otras como parte de nuestros sueños que dejamos escapar. El compromiso es algo más profundo que implica tener un plan sólido de ejecución. Para que exista compromiso hemos de asegurarnos que cumpliremos con lo deseado en un momento concreto, en un plazo pactado. Formará parte de nuestra agenda.

¿Cuántas veces nos hemos planteado hacer cosas y no hemos cumplido?

Por ejemplo, captar nuevos clientes para poder alcanzar los objetivos establecidos y consolidar el negocio. Nuestra intención es la de llamar a esos nuevos clientes para presentarles nuestra propuesta de valor diferencial para ellos. Sin embargo, van pasando los días, las semanas, los meses, y a pesar de visualizar a esos clientes, no hemos avanzado. ¿Qué ha fallado? ¿Hemos establecido un calendario de llamadas? ¿Hemos fijado visitas? ¿Lo hemos agendado?

Si se queda en una intención, es casi seguro que no va a suceder. Las intenciones se convierten en pequeñas ilusiones que me dan tranquilidad en el momento y que se dilatan en el tiempo.

Los compromisos tienen una relación directa con la consecución de resultados, con el cumplimento de mis objetivos.

Cuando establezcas tus retos, asegúrate de que se establecen como compromisos y no como simples intenciones.

Te invito a seguir 6 pasos que te ayudarán a pasar de tus pensamientos a la acción:

  1. Ten un fin en mente. Ten siempre presente a lo largo del proceso el reto que deseas alcanzar.
  2. Ten consciencia de que para que haya compromiso ha de haber un plan de acción.
  3. Establece un plan en donde incluyas pequeñas acciones que sepas que seguro las vas a cumplir. Es mejor comprometerse a hacer una llamada al día a nuevos clientes que decir que harás 5 sabiendo que no sería realista.
  4. Utiliza el calendario para calendarizar tus acciones. Si un día no cumples, no dejes de avanzar. Recupera lo ya vencido o reformula tu objetivo. Quizás era muy ambicioso.
  5. Ten confianza En mi post anterior hablaba de cómo generar confianza (link). Una persona confiable es aquella que cumple con su palabra, la que hace lo que dice que va a hacer. (Honra tus palabras – 4 acuerdos Luis Ruiz). Para que los demás confíen en ti, primero has de confiar en ti mismo.
  6. Déjate ayudar. Apóyate en las personas que puedan contribuir al logro de tus objetivos. Por ejemplo, compañeros que realizan la prospección de clientes con un éxito.

Para seguir adelante con mi propósito, deberé pasar de la intención al compromiso.

Imagina aquella carrera a la que te quisiste apuntar, aquel MBA que necesitas hacer para progresar en tu carrera profesional, las clases de inglés que no tienen lugar. ¿Qué es lo que está fallando? ¿Cómo puedes hacerlo realidad?

Tomando el caso del MBA, para dar el paso, imagina el resultado que obtendrás al final. Establece pequeñas acciones que lo harán realidad: conéctate a internet, busca la página de registro, calendariza los días que van a requerir tu presencia y horas de dedicación. Anótalo en tu agenda. Apóyate en otras personas que sabes que tuvieron una experiencia de éxito.

Tomar esta decisión puede tomarte un par de minutos. Sin embargo, el resultado que obtendrás será tremendamente satisfactorio.

En este ejemplo, la diferencia entre la intención y el compromiso puede estar en tu progresión en tu carrera profesional.

Seguro que cuando hayas realizado tu compromiso sentirás una gran satisfacción. Alcanzar tus metas en la vida es algo que nunca vas a olvidar.

¿Qué puedes lograr de aquí a final de año si te comprometes a hacerlo?

confianza

Crear confianza también en entornos virtuales

Patrick Lencioni en su libro “Las 5 disfunciones de un Equipo”, habla de que para que los equipos sean eficientes lo primero que ha de ocurrir es que haya confianza.

Para crear un clima de confianza, se debe tratar a todos los miembros del equipo por igual, crear un espacio en el que todos nos sintamos seguros y podamos exponer nuestras ideas, nuestros problemas, nuestras preocupaciones y opiniones, sin miedo a mostrarnos vulnerables y a que se hagan juicios. Se ha de animar al equipo a dar feedback, a buscar nuevas ideas, a aceptar y aprender de sus errores.

La confianza te la debes ganar y has de aprender a verla en los demás. Todas las personas de tu entorno son confiables hasta que se demuestre lo contrario.

En los equipos en donde se potencian las relaciones, hay más confianza. Surge de la relación en la que podemos expresar libremente nuestras emociones.

Cuando las personas no hablan de los temas de forma abierta, no se puede tener una relación cercana y por tanto, no puedes expresar tus ideas con libertad para construir juntos.  La falta de confianza puede hacer que los miembros del equipo no se abran a los demás, por ejemplo, cuando se comenten errores o cuando no quieres mostrar una debilidad.

¿Cómo generar confianza?

  • Auténtico, “Sé tu”. Muéstrate como eres, abierto y honesto.
  • Cumple con tus compromisos. Inspiras confianza cuando cumples con lo que dices que vas a hacer.
  • Crea un espacio seguro en el que expresar las diferentes opiniones.
  • Muestra tu vulnerabilidad y acepta la de los demás. Todos somos humanos y comprendemos que podemos cometer errores y pasar un mal momento que afecte a nuestro estado de ánimo. Esto no te hace más débil.
  • Acepta que hay otras perspectivas.
  • Empático y Asertivo. Poder mostrar las emociones sin criticar ni ser criticado.
  • Nombra lo que observas y no se dice.
  • Dar feedback con mirada apreciativa y de reconocimiento.
  • Controla tu lenguaje corporal: expresión facial, posición, gesticulación.
  • Genera conexión – Crear espacios para compartir. Realizar encuentros para conocerse más.

En estos últimos años nuestro modo de comunicarnos ha cambiado. Uno de nuestros grandes retos ha sido generar conexión en la distancia.

¿Cómo construir confianza con las relaciones en entornos virtuales?

Cuando estábamos trabajando de modo presencial aprendimos a generar confianza a través de la relación que se establecía en nuestras conversaciones entorno a la máquina del café. Encuentros distendidos que se producían con personas diversas.  La máquina del café se convirtió en un “Santuario”, un punto de encuentro con personas de todas las áreas de la empresa. Quedar para comer, entrar de forma espontánea en un despacho con la puerta abierta, y otras muchas situaciones casuales, nos ayudaba a generar conexión de forma distendida.

En el entorno virtual, a pesar de haber perdido la espontaneidad, podemos seguir construyendo confianza a través de pequeños encuentros virtuales establecidos desde la consciencia.

Engrasar las relaciones en el nuevo entorno, ha de ser una de nuestras prioridades.

Recuerdo la conversación con un Director General de una empresa. Hablamos de la dificultad de comunicarse con los suyos a pesar de tener reuniones virtuales regulares. No les quería fallar. Estaba viviendo la situación de frustración, de incompetencia, de no saber como levantar la situación, sin compartir sus pensamientos y preocupaciones. Tras nuestra conversación pensó que su aproximación al equipo tenía que ser diferente. Optó por mostrarse con autenticidad expresando su preocupación ante la situación y haciendo que el equipo hiciese lo mismo. Con esta iniciativa se consiguió dar un giro al estado de ánimo colectivo y trabajar juntos para avanzar. Las circunstancias no cambian pero la forma de afrontarlas sí.

Si queremos alcanzar buenos resultados de forma colectiva y hacerlos sostenibles en el tiempo, ha de haber confianza. El líder del equipo se debe mostrar abierto para compartir su visión con su equipo. Has de creer que la gente hace todo lo posible para la empresa en la que trabaja, utilizando su experiencia y conocimiento en colaboración con sus compañeros.

Los equipos con una base sólida de confianza saben hacer frente al cambio con mayor efectividad.

¿Cuál es tu experiencia en este sentido?

premio trabajo bien hecho

Premio al trabajo bien hecho

La promoción en el puesto de trabajo, es el reconocimiento a un buen desempeño, al trabajo bien hecho. A un recorrido con buenos resultados, con un alto grado de implicación. Premio a ser referentes en nuestra área de actuación, a ser un buen ejemplo a seguir.

En mi experiencia en la empresa he observado circunstancias que me han llevado a la siguiente pregunta ¿Es siempre la promoción la mejor recompensa?

La promoción en sí, es una gran muestra de reconocimiento si bien no siempre se convierte en la mejor decisión para el empleado y para la empresa.

Es importante cuando se ofrece esta oportunidad al colaborador explicar con la mayor exactitud las responsabilidades y características del perfil y qué es lo que nos hace pensar que es el/la candidata/a perfecto. Por parte del candidato, lo más importante a valorar es si es el camino que desea seguir; si le motiva, le reta y le ilusiona. En caso contrario, deberá saber decir “no”. Siempre podrá seguir desarrollando la actividad que le ha llevado a ser considerado para la promoción y esperar a una nueva que esté más alineada con sus expectativas.

Brindar oportunidades de promoción a las personas de la empresa, nos ayuda a retener talento, si bien hemos de recordar que hay otros elementos motivacionales que contribuyen al reconocimiento del trabajo bien hecho.

Un empleado motivado contribuye al logro colectivo. Un empleado desanimado puede llegar a producir el efecto contrario.

Cuando surge la oportunidad de la promoción se han de valorar diferentes aspectos por las dos partes. La empresa, por supuesto, deberá valorar los conocimientos necesarios y las capacidades del postulante para ocupar el nuevo puesto, así como las áreas en las que el candidato necesitará apoyo. El empleado deberá valorar si la posición futura está alineada con su propósito, si es un nuevo paso que le permite avanzar en su trayectoria soñada. De este modo, nos aseguramos que la persona elegida llegará a su máximo potencial y en consecuencia contribuirá en los buenos resultados de la organización.

Si la persona promocionada no da los resultados que esperábamos y no se siente cómoda en el nuevo rol, el error no es sólo suyo.  ¿Qué hemos hecho para capacitarlo?

Es clave para que haya una buena adaptación al nuevo rol, dotar a la persona de un correcto acompañamiento para un adecuado desempeño. Especialmente si el candidato pasa de un rol individual a ejercer una función que requiere gestión de equipo.

Comparto aquí una de las situaciones que me han llevado a escribir este post:

El caso de un vendedor que fue reconocido reiteradamente por su buena labor comercial. Cada año era premiado por los méritos alcanzados. Esto hizo que la empresa lo viera como el candidato ideal para ocupar una jefatura de ventas. Al cabo de 1 año, los resultados esperados no llegaron, la persona promocionada se sentía desmotivada y superada y la empresa decepcionada. ¿Qué es lo que llevó a esta situación? ¿Qué hizo que una persona tan implicada perdiese su motivación y no lograra sus objetivos?

En su rol de vendedor, los objetivos estaban centrados en sus logros personales. Además, su jornada mayoritariamente consistía en estar al lado de sus clientes atendiendo a sus necesidades y trabajando a nivel interno en la empresa con sus compañeros para lograr los mejores resultados en una relación win/win. En la nueva posición, su dedicación mayor era la de gestionar el equipo de 10 comerciales. Desconocía cómo desarrollar las competencias para llevar a cabo esta nueva función de motivar a su equipo, supervisar sus acciones y delegar. No disfrutaba de su trabajo. De ahí, llegó el desánimo, la frustración, y la desmotivación. En una charla posterior para desvelar lo que estaba ocurriendo, el comercial relató que a él lo que le gustaba era pisar el terreno, estar junto a los clientes. La gestión de personas no figuraba en su plan de carrera. Sin embargo, acepto la promoción como agradecimiento al reconocimiento de su trabajo sin tener plena consciencia del cargo.

¿En qué momento se habló sobre las nuevas responsabilidades? ¿Hasta qué punto se conocía el nuevo rol? ¿Cómo fue su compromiso?

Pasar de la gestión individual a la gestión colectiva en ocasiones no es tan evidente. ¿Cómo ha sido el plan de capacitación? ¿Qué apoyo se le dio a la persona para pasar a gestionar un equipo?

Cuando ves frente a ti la oportunidad de ser promocionado, vale la pena considerar los siguientes aspectos:

  1. ¿Qué cualidades, comportamientos y situaciones te han hecho valedor de ese reconocimiento?
  2. ¿Cuáles son las responsabilidades de la nueva posición?
  3. ¿Qué cualidades tengo hoy que pueden ayudarme a afrontar el nuevo cometido con éxito?
  4. ¿Qué necesito desarrollar más?
  5. ¿Qué apoyo necesito para el desarrollo de nuevas competencias?
  6. ¿Qué te ilusiona de la nueva función?
  7. ¿Cuál es tu sueño profesional? ¿A dónde quieres llegar a nivel profesional?
  8. ¿Está el nuevo rol alineado con su propósito y valores? ¿Me acerca, me aleja?

La respuesta a estas últimas preguntas es clave. Si la posición no está alineada con aquello que ambicionas, que deseas, no debes aceptar. Será mucho mejor esperar a nuevas oportunidades que te permitan ser más feliz en tu trabajo.

Ser asertivo en esta situación es clave.

¿Sientes que no llegas a todo? Aprende a administrar tu tiempo

¿Te sientes desbordado y con la sensación de que no puedes llegar a realizar todo aquello que te propones?

El sentimiento de querer llegar a todo, de hacer más para tener mayores resultados, hará que pienses que te falta tiempo.

Contra más cosas quieres hacer, será más difícil mantener el foco en tus verdaderas prioridades y las de la compañía. Si tu atención está en querer resolver todas las tareas, en el corto plazo, te sentirás bloqueado.

¿Cómo hacer frente a esta sensación de falta de tiempo?

Para resolver la situación, has de dejar de poner el foco en tu lista de trabajos a realizar que te genera ansiedad y destinar un tiempo para parar, que te permita reflexionar sobre los temas que de verdad requieren tu atención y son prioritarias para ti y para la compañía.

Las emociones que emanan del sentimiento de escasez de tiempo, nos bloquean y no nos dejan hacer las cosas de forma adecuada, siendo eficientes en el tiempo esperado. Por ello es básico parar y pensar. Tómate una pausa para pensar desde la tranquilidad cuáles son los primeros pasos para abordar los temas pendientes en función de su prioridad.

¿Cómo gestionar esta contradicción?

Estamos ante una situación de contradicción- ¿Cómo voy a parar si me falta tiempo? Cuando te sientes desbordado por todo lo que tienes que hacer, acostumbras a destinar mucho tiempo a pensar que es totalmente irrealizable. En este momento de bloqueo, el tiempo que destinas a revisar los temas pendientes para ser más eficiente, te lleva a ser menos productivo y a tener menor control sobre el tiempo disponible. Cuando más miras el reloj, más ansiedad te genera y en consecuencia se reduce tu efectividad.

¿Cómo puedes administrar de forma adecuada tu tiempo para abordar todos los temas pendientes con productividad?

1. Primero, al revisar tu lista de pendientes, evita la tentación de realizar aquellos que te llevan menos tiempo y son fáciles de resolver para ti. Revisa la lista poniendo el foco y la atención en aquello que es importante y urgente. Habitualmente hay una tendencia a coger de nuestra lista los temas que son más fáciles de abordar para hacerla más corta de forma rápida. Acostumbran a ser temas que no son prioritarios y que no nos llevan a ser más efectivos.

2. Identifica tus prioridades. Aquellos temas importantes y/o urgentes. Para ello puedes utilizar la matriz de Eisenhower[APP1]  (técnica que te ayuda a priorizar las tareas de tu lista de pendientes con eficiencia a partir de su importancia e urgencia) o bien utilizar tus propios métodos. Una vez has clasificado los temas según su urgencia e importancia es clave ser consciente de cuáles de ellos van a requerir una planificación y los recursos necesarios para llevarlo a cabo (colaboradores, inversión económica, …)

3. Por otro lado, controla a tus “ladrones del tiempo”. Aquellas personas que reiteradamente te interrumpen o bien te solicitan los temas siempre de manera urgente. Estas situaciones requieren que practiques la asertividad. Aprende a decir NO, o NO en este momento y explorar juntos cuando es de verdad precisa tu contribución. No generes falsas expectativas y ofrece alternativas.

4. Gestiona tu agenda de modo que los temas los puedas llevar a cabo sin auto presionarte. Evita ser tu mismo quien te exijas abordar los temas desde la inmediatez o con plazos muy ajustados.

5. Cuando finalices un tema, tómate un pequeño respiro antes de iniciar un nuevo tema.

6. Planifica tu jornada de trabajo. Destina un momento en el dia para revisar los temas pendientes y ver cuáles requieren tu atención.

La buena gestión del tiempo es un factor crítico para la eficiencia de las organizaciones. Es importante saber identificar si de verdad tenemos un problema de tiempo o bien es una creencia a la que nos conducen nuestros bloqueos en momentos de mucho estrés.


 [APP1]